domingo, 12 de septiembre de 2010

Por 10 centavos

Siempre hago las compras en las grandes cadenas de supermercados, pero cuando me falta alguna cosita suelta, me voy al super de la otra cuadra y compro allí. Es mucho más caro y la atención deja mucho que desear pero es cómodo y me saca de más de un apuro.
No es el típico "mercadito chino" por el contrario tiene un cartel en la puerta que dice con letras grandes y orgullosas: "100% Argentino".
Estaba yo en la cola de la caja esperando a que el señor que estaba adelante terminara de pagar y mientras lo hacía dos cosas llamaron mi atención.Una fue el aspecto del hombre que era extremadamente flaco, alto y desgreñado, con una barba desprolija y usando un sobretodo sucio y como para alguien dos talles mayor, la propia imagen del vagabundo.
Lo otro que me sorprendió era que lo único que estaba comprando era un sachet de activia.
Decididamente no daba el tipo para ese producto.
Vemos en el comercial mujeres grises, peesadas, hinchaadas, tristes y fracasadas por su "tránsito lento".
Parece que los hombres no sufren este problema, pero mucho menos uno flaco como este que, decididamente no parecía tener en su estómago ningún tipo de tránsito, ya que se veía a las claras que casi no comía y tampoco daba idea del casado que se lo compraba para su esposa.
La cajera facturó,  el señor le dio 6 pesos y se quedó esperando su vuelto.

Cajera nada agradable con cara de fastidiada nadie sabe porqué:
Son seis pesos,  no hay vuelto.
Señor demasiado flaco para activia:
En el sachet dice 5,90 porqué 6?
Cajera nada agradable:
No sé, pero son 6 pesos, es lo que marca el código
Señor demasiado flaco:
Para mí 10 centavos son mucha plata, no lo quiero.
Cajera nada agradable:
Ya lo facturé
Señor flaco:
Para mí 10 centavos son mucha plata, no lo quiero.
Cajera cada vez más desagradable poniendo cara de uf qué pesado, llama al supervisor:
El señor no quiere el sachet porque sale 10 centavos más que lo que dice en el envase.

(a esta altura la gente se amontonaba en la única caja, esperando que le cobraran. El tiempo pasaba y algunos se fueron impacientes y fastidiados por el episodio. Yo no esperaba que le dieran "dos por uno" por la molestia, como hacen en los grandes super, que igual te cobran el doble en algún otro producto y lo recuperan. Pero pensaba que al menos se iban a disculpar y  se lo dejarían llevar al precio del envase, era lo justo.)

Supervisor con cara de nada:
Hacele la devolución.
Cajera resignada:
Y cómo hago?
(Se acerca el dueño, pregunta qué pasa y  mientras le están explicando, un par de personas más dejan sus compras y se van. Ahora sí, pienso: el dueño le pide disculpas y le deja llevar el producto a 5,90)

Dueño con cara de nada:
Anulá el ticket y devolvele el dinero.
Señor flaco:
Sí, porque para mí 10 centavos son mucha plata.


Después de unos cuantos trámites administrativos, le dieron su dinero, el señor dejó el activia y se fue.
El dueño con cara de satisfecho porque había actuado correctamente, nunca se dio cuenta la cantidad de clientes que perdió gracias a esos 10 centavos.
Yo pagué mi compra y me fui con una extraña sensación de tristeza por lo que acaba de pasar, pero lo peor de todo fue cuando salí y volví a ver el enorme cartel en la puerta que orgulloso decía "100% Argentino"



sábado, 21 de agosto de 2010

NO SOY DE AQUI NI SOY DE ALLA

Noemí estaba feliz porque al marido lo habían ascendido en el trabajo y lo trasladaban a Montevideo/ Uruguay con grandes beneficios económicos.

Tenía dos nenas chiquitas de 5 y 8 años, no trabajaba en ese momento y pese al desarraigo que significaba irse, la idea era muy tentadora. Tampoco era para siempre y al volver, triunfadores y con una abultada situación económica, estarían mucho mejor que antes.

No fue nada sencillo, el primer año para ella fue terrible, las nenas iban al colegio todo el día  y el marido llegaba tarde de la empresa donde trabajaba, muy satisfecho con su nuevo cargo.
Pero Noemí estaba sola todo el día en un lugar extraño, con gente que la ignoraba por completo y para colmo cuando iba a hacer las compras diarias, se encontraba con artículos alimenticios y de limpieza, totalmente diferentes a los de su país.
No tenía amigos y salvo las reuniones de matrimonios de la oficina, nadie se juntaba para compartir nada..

Cuando podía viajar a su amado país, compraba desesperadamente  grandes provisiones de  los productos "infaltables" en un hogar  que allá no podía conseguir, tales como Nesquik, harina Blancaflor y obviamente alfajores Havanna.
Solía contar que cuando viajaba de noche y el Buquebus se acercaba a Buenos Aires, observaba melancólica las amadas "luces de su ciudad".

Las nenas se adaptaron mejor y  aunque al principio estaban incómodas cada vez que en el colegio se cantaba el himno nacional porque no sabían la letra,  pronto lo aprendieron  y lo cantaban como si hubieran nacido allí.
La más chiquita, que por su edad tenía más vivencias uruguayas que argentinas, juró lealtad a la bandera uruguaya, sin entender del todo lo que eso significaba, digamos que simplemente "siguió a la manada"

A pesar de todo, y como el tiempo va curando las heridas, comenzaron a querer el lugar donde vivían. Estaban cerca de la playa y la vida era mucho más tranquila allá.
Noemí aprendió a manejar, acá nunca se había animado, y empezó a disfrutar de su independencia.
Se anotó en un club de mujeres argentinas con las cuales se reunía periódicamente a jugar al tenis, hacían salidas al cine o a cenar y también fueron incorporando a los maridos, armando así un fantástico grupo.
Así que finalmente lograron allá también sentirse "como en casa".
Después de todo los alimentos eran más naturales, las marcas ya le resultaban familiares y su situación económica superior a la de Argentina, les permitía hacer viajes periódicamente.
Tenían un hermoso departamento, el colegio bilingüe de las nenas era perfecto  y todos los fines de semana iban a la playa. Nada podía ser mejor.

Y entonces tuvieron que volver a la Argentina...

El regreso fue terrible, su amado país era un caos, conseguir colegio para las nenas fue una decepción total (ninguno tenía el nivel de allá), manejar el auto era imposible y habían dejado allí a todos sus más recientes amigos.

Las nenas que se habían ido chiquitas, tampoco sabían el himno argentino así que al principio también tuvieron que hacer la mímica hasta que se lo aprendieron.
La más chica que ya había crecido, se sintió culpable y también juró lealtad a la bandera argentina.

Noemí ahora extrañaba horrorosamente su amado Uruguay y consideró la posibilidad de vender todo y mudarse definitivamente allá, pero tampoco podía ignorar sus orígenes y abandonarlo todo en su país.

Conclusión: en Uruguay añoraba la Argentina y en su país soñaba con volver a Montevideo.

Yo no me mudé tan lejos, me trasladé de Capital Federal a Maschwitz, y sin embargo también sufro las consecuencias.
Estamos a solo cincuenta kms de Belgrano lo cual se traduce en media hora de auto, sin embargo de alguna manera, el efecto es casi el mismo que si nos hubiéramos mudado a otro país.
Para los lugareños soy una porteña a la que miran con desconfianza y no tutean.
Mis amigos y familiares de la city, me imaginan en medio del campo y venir a visitarme significa una verdadera excursión de fin de semana.

Mi hija estudia en la Universidad en Belgrano, y cuando le comenta a sus amigos donde vive, estos  no disimulan su asombro y prometen que algún día van a venir a visitarla, pero eso raramente sucede.

Ya no me identifico como porteña, porque no tengo los hábitos ni las vivencias de allí, pero tampoco puedo dormir la siesta como hacen acá, ni charlar en la verdulería media hora con todos los vecinos cada vez que voy a comprar algo.

Sé que hay casos mucho peores, donde ni siquiera hablan tu idioma, la ideología del lugar es totalmente diferente o la distancia es mucho mayor, pero básicamente la fórmula es siempre la misma: llega un momento en que empezás a sentir que "no sos de aquí ni sos de allá".
Algo te cambiaría para siempre, sin que ni siquiera lo notaras, desde aquel preciso instante en que armaste las valijas para irte en un viaje sin retorno.

viernes, 20 de agosto de 2010

UNA ARVEJA EN EL PULMON

Un señor atormentado por serios problemas respiratorios, se dirigió a la guardia de un hospital para que lo ayudaran con su problema. Le hicieron los análisis de rutina y determinaron que se trataba de un complicado problema pulmonar.
Estudios más avanzados fueron descartando diagnósticos, hasta llegar a la tan temida y lamentable conclusión de que debía tratarse de cáncer ya que se en las placas de rayos x se observaba una mancha en el pulmón izquierdo, que lamentablemente crecía muy velozmente.
Ahora debían determinar exactamente qué tipo de cáncer era, qué tan avanzado estaba y cuan invasivo era, así que realizaron los análisis correspondientes con la enorme sorpresa de que todos los resultados para cáncer daban negativos.
Al mejor estilo Dr. House tuvieron que empezar a debatir acerca de qué otra cosa podía ser y decidieron introducir una sonda por la garganta hasta llegar al pulmón.
Fue así que descubrieron, no con poca incredulidad, que la mancha no era tal si no que en realidad lo que veían era una arveja cómodamente alojada ahí.
Para colmo de males, favorecida por el ambiente cálido y la humedad reinante en el órgano, la planta estaba germinando a pasos agigantados.
La noticia que le dieron al paciente fue muy reconfortante pero poco seria. El buen hombre tenía que ponerse contento porque en lugar de una enfermedad mortal, sólo tenía una plantita creciendo en su interior.
Al parecer tragó mal el vegetal y al respirar en el mismo momento, la arveja no bajó por el esófago como debía haberlo hecho, si no que se desvió por la tráquea y se alojó en el pulmón.
No sabemos si los médicos pudieron solucionarlo o tuvieron que llamar a un jardinero para proceder al "desplante" del vegetal, pero lo cierto es que el hombre finalmente se salvó.
Si siguen pasando estas cosas tan insólitas en la vida real, los escritores de Dr. House van a tener serie para rato!

viernes, 23 de julio de 2010

Y vos, qué hubieras hecho?

Sin ánimo de ofender a nadie, es un hecho real y lo cuento tal cual pasó.
Convengamos que la ciencia y la religión están bastante reñidas y si bien hay un montón de gente que es científica y no por eso reniega de sus creencias, la realidad es que mientras las religiones basan sus principios en la adoración de algo que no se puede ver, los científicos tratan de demostrarlo todo por hechos bien concretos.
Por eso era muy raro que estuvieran ese día repartiendo unas biblias de ese grupo religioso, en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales.
Cuando JK entró a la facultad, apurada porque en media hora rendía un final, los vio e instintivamente los esquivó.
Sin embargo, habilidosos en estas lides se las ingeniaron para "cercarla" dejándola sin salida.
Como era muy educada les sonrió y les explicó que estaba apurada, pero pese a ello empezaron a explicarle las virtudes religiosas y los beneficios de su práctica. Eran tan insistentes que se dio cuenta que haría más rápido si les aceptaba la biblia que si seguía negándose.
Muy satisfechos se la entregaron remarcándole que le sería de mucha utilidad en los momentos difíciles, y que en aquellas ocasiones en las que no supiera qué hacer, no dudara y recurriera a ella que se iba a sentir muy aliviada luego de usarla.
Agradeciendo mientras la ponía en su cartera, se alejó rápidamente muy nerviosa porque rendía en 20 minutos.
Subió al ascensor y empezó a sentir esa horrible sensación que le daba a veces antes de un examen, un espantoso retorcijón de estómago y muchas ganas de ir al baño.
Llegó corriendo y se alegró que no hubiera nadie más, cortó un par de hojitas del papel higiénico y las colocó sobre la tapa (no podía hacerlo parada) se sentó apurada y finalmente hizo lo que tenía que hacer, sintiéndose bastante mejor. Cuando se inclinó para buscar el papel, se dio cuenta "con horror" que las últimas dos hojitas las había usado en el asiento!
Empezó a mirar con desesperación a su alrededor a ver si había algún rollo para colocar en reemplazo del vacío pero no había nada!
No podía creerlo, cómo iba a hacer para salir de allí? Podía esperar a que entrara alguien pero evidentemente todos estaban rindiendo y era muy poco probable que alguien apareciera hasta dentro de dos horas.
Como solía llevar alguna reserva en su cartera, la abrió revolviendo locamente en busca de algo. pero siempre vaciaba su bolso antes de un examen dejando lo elemental. Nada, ni siquiera una servilleta, un pañuelito o algo que pudiera servir.
Estaba l borde de la desesperación total cuando de repente la vió, allá en el fondo de su bolso, chiquita y de color azul...
Se la quedó mirando espantada por un segundo pero entonces recordó sus palabras:"en los peores momentos no dudes en recurrir a ella"...
No le habían mentido en nada, la había salvado cuando más la necesitaba y había sentido un enorme alivio al utilizarla!
Eso sí, para que su culpa fuera menor eligió el Apocalipsis.
Dios te salve, JK !!!!

Si a esta altura estás horrorizado o indignado, yo te pregunto: y vos, qué hubieras hecho?



viernes, 16 de julio de 2010

Socorro!!! Donde está mi sobrina???

Yo tenía una sola hija, pero ella era la menor de cuatro así que mientras que yo a la mía no la dejaba ir ni a la esquina, Sabri ya viajaba sola a todas partes.
Cuando me llamó mi cuñada para decirme que la nena quería venir a visitarme al country donde vivíamos, me puse muy contenta, hasta que me enteré que la querían mandar en la combie que diariamente venía de Capital.
Me pareció muy peligroso que a los doce años viajara 60 kms. sin compañía de alguien conocido, pero la madre se  rió mientras me comentaba que a esa edad ya había chicos que volaban solos a Estados Unidos.
Aunque me parecía una locura, tanto fue lo que insistió mi sobrina en ver a su tía y a su primita, que de mala gana le dije que sí.
(Es importante aclarar que en esa época  no existían los celulares si no esta historia no se hubiera contado)
Llamé al transporte y quedamos que al día siguiente se subiría en la que pasaba a las 14,00 hs por Libertador y puse mucho énfasis en que tuvieran especial cuidado porque era chiquita, viajaba sola, etc. etc. etc.
Este transporte hacía varios viajes por día desde Escobar hasta microcentro, ida y vuelta con diversas paradas en el camino. El servicio de regreso consistía en llevarla hasta una estación de servicio en Escobar donde la recogía un remise que la llevaría al country hasta la puerta de mi domicilio.
Así que al día siguiente me llamó mi cuñada para avisarme que Sabri ya estaba en camino.
Calculaban que a eso de las 15 hs estaría llegando a la estación de servicio y a más tardar en 15 o 20 minutos estaría en casa.
No quería parecer una madre de hija única y quedar como una ansiosa llamando a las 15,20 cuando ví que no había llegado, así que comiéndome las uñas esperé y esperé y esperé hasta las 15,30!
En la oficina me respondieron que la combie ya debía haber llegado y que calculaban por la hora que mi sobrina seguro ya debía estar en el remise, y que de un momento a otro estaría en casa.
De todos modos, y para que me quede más tranquila iban a comunicarse por radio con el conductor para confirmarlo.
Me pidieron que en 15 minutos (una eternidad) me volviera a comunicar y así lo hice.
Efectivamente la combie había llegado y los remises ya habían repartido a la gente, pero ninguno había tenido un pasajero que fuera al country donde yo vivía.
Obviamente entré en pánico y empecé a los gritos, a tal punto que como los de la central no sabían qué decirme, me hicieron puente con el chofer a través del teléfono. Lo ataqué a preguntas acerca de si recordaba haber recogido en Libertador a mi sobrina de 12 años y si existía alguna posibilidad que se hubiera bajado en algún lado. Desconcertado respondió que efectivamente había subido y que era imposible que hubiese bajado ya que justo ese día  no había realizado paradas en ruta. Luego me confirmó que él había hablado con los remises y que nadie había transportado a un menor.
Entonces DONDE ESTABA MI SOBRINITA????????????????
Nadie entendía nada, el conductor trató de explicarme que no podía haber desaparecido así como así y que no me preocupara que ya iba a aparecer. Pero eso sonaba a que alguien iba a decir "abracadabra" y la nena iba a salir de un sombrero!
Trataba de no desesperar, de pensar con lógica donde no la había, si se había subido y no se había bajado, porque no estaba en ningún lado??
El conductor me explicó que como era su último viaje del día estaba llegando a su casa donde iba a dejar la combie guardada en el garage. Cuando terminara iba a volver a comunicarse con los remiseros a ver si alguno tenía alguna novedad. En 10 minutos más  me volvería a llamar.
A esta altura ya eran casi las cinco de la tarde y menos mal que mi cuñada todavía no había llamado para preguntar si su hija había llegado, no hubiera sabido qué responder, que se había evaporado?
Finalmente mientras yo perdía años de mi vida en esos minutos de espera, el chofer llamó y me dijo que me estaba enviando un auto para buscarme porque quería que lo acompañara a ver algo, que no entrara en pánico que todo iba a estar bien (?!?).
Sin pensar en nada, casi autómata, esperé, me subí, viajé hasta donde me llevó el remise y me bajé cuando me abrió la puerta. Ahí estaba frente a una casa con la puerta del garage abierta. Recuerdo vagamente que el chofer  me agarró del brazo y me hizo subir a la combie acompañándome hasta el último asiento.
Nunca podré olvidar lo que ví en ese terrible momento!
Allí, tirada estaba Sabrina, mi adorada sobrinita, plácidamente dormida!!! Había aprovechado que a esa hora viajaba muy poca gente y se había acomodado en el largo asiento del fondo, armándose una camita usando su mochila como almohada. Nunca se enteró que la gente bajaba, que llegaban los remises y ni siquiera que estaba en un auto vacío dentro de un garage!
Es más cuando la despertamos, lejos de estar sorprendida o preocupada me miró y me dijo: hola tía, ya llegamos? qué rápido se me pasó el viaje!
Obviamente tuve que contarle este episodio a mi cuñada,  y la madre múltiple todo lo que me respondió fue: ah sí, Sabri siempre se queda dormida en todos lados!

Así NO!!!

Menudita, no más de un metro cincuenta, unos 45 kilos y 33 de piecitos.
Aunque tiene 27 años da idea de chiquita, es la imágen de la fragilidad.
Esa noche cuando volvía del trabajo empezó a caminar con desgano las cinco cuadras desde Cabildo hasta su casa.
Iba por Virrey del Pino, una calle tranqui, con muchos edificios, una embajada, nada especial.
Con ganas de llegar y medio fastidiosa por el día de trabajo, en la cuarta cuadra de repente empezó a notar como que alguien la seguía. No era de tendencias paranoicas, así que le prestó atención a su intuición y para probar su teoría, cruzó la calle y se paró un momento como pensando para dónde ir.
Ahí confirmó su temor, moreno, grandote, se hacía el que no la miraba pero estaba atento a sus movimientos.
Si hubiera habido negocios se habría metido en alguno, pero era zona residencial, no había ningún lugar donde refugiarse. No sabía si quedarse ahí esperando que pasara alguien que pudiera ayudarla o salir corriendo y tratar de llegar a su casa, antes que su "seguidor" la alcanzara.
Nadie pasaba y como se hacía cada vez más tarde, optó por la  segunda opción. Salió de golpe de donde estaba parada y empezó a correr, con todas sus fuerzas, sin mirar atrás.
Lamentablemente y como era de esperar, el hombre corría más rápido que ella y cuando se quiso dar cuenta lo tenía enfrente impidiéndole pasar. Le señaló un objeto puntiagudo por debajo del bolsillo del saco, como amenazándola y la intimó a que le diera todo lo que tenía de valor, teléfono, dinero, etc.
Ella traía un celular de los más caros, bastante dinero y un Mp3. En un primer momento se quedó sin aliento y sin habla, pero al segundo siguiente algo extraño le pasó.
Se sentía furiosa! todo el día trabajando, cansada, ansiosa por llegar a su casa, comer algo y darse una buena ducha, y este desconocido venía a tirar por tierra lo único bueno que le quedaba del día.
Así que inesperadamente, chiquitita como es, se paró en puntas de pie para llegar a la cara del hombre, levantó su dedito índice y lo apuntó diciéndole: - Ah no, así NO! no es la manera!!!

Estupor del otro lado, el ladrón quedó mudo...
Puso cara de no entender (no entendía) y se la quedó mirando sin poder moverse ni articular palabra del asombro.
La mujercita seguía apuntándole con el dedo mientras le explicaba que no debía quitarle sus cosas, repetía que esa no era la manera, precisamente porque eran de ella y él no tenía ningún derecho a hacerlo.
La cara del ladrón se contorsonió hasta convertirse en un "pucherito". Tartamudeando empezó a decir:  bueno, disculpáme, tenés razón, es que yo no sé porqué hago esto.
Entonces ella lo consoló, pero no sin dejar su tono de reproche y agregó que como era una buena persona, estaba dispuesta a darle unas monedas para ayudarlo, y mientras decía esto sacó unas moneditas del bolsillo, le abrió la mano al asaltante, las colocó en su palma y la volvió a cerrar.
Hecho esto dió media vuelta, le dijo un adiós muy seco porque todavía estaba algo enojada y empezó a caminar rápidamente en dirección a su vivienda.

Ya en la esquina de su casa, se volvió a mirar y lo vio parado en el mismo lugar, abriendo lentamente su mano mientras observaba, todavía sin entender,  lo que acababa de pasar..
Se apuró para recorrer los cincuenta metros que le faltaban hasta la puerta, tenía miedo de cruzarse con otro ladrón ya que no se iba a animar a hacer lo mismo, porque ya no tenía más monedas!!!

lunes, 12 de julio de 2010

Ups me pasé!

Fue lo que pensó Susana cuando levantó la vista del libro que estaba leyendo.
Había ido a alfarería como todos los Viernes, pero esta vez no había llevado el auto. Cuando terminó la clase y como no quería gastar en un taxi decidió tomar el subte para ir desde Bulnes, donde estaba, hasta José Hernández, era más rápido y se bajaba sólo a unas pocas cuadras de su casa.
Se sentó cómodamente, abrió el libro que estaba leyendo y se enfrascó en la lectura.
En el momento que miró y vio en la pared el cartel que decía "Congreso de Tucumán" se dio cuenta con enorme fastidio que su estación había quedado varias paradas atrás. Esto se agravó por la hora ya que ya eran las once de la noche, no estaba acostumbrada a tomar el subte tan tarde y no le hacía ninguna gracia estar "paseando" tontamente de una estación a otra sin llegar a ningún lado.
Se bajó apurada, mirando a todos lados como si con eso fuera a solucionar su distracción y debió haber sido tan obvia su cara de desconcierto, que una chica se le acercó para ofrecerle ayuda.
Cuando le comentó que se había pasado, la mujer le explicó que como estaban en el final del recorrido podía volver a subir en el mismo subte y así regresar hasta la parada en la cual debió haberse bajado.
Le agradeció la información muy aliviada, al saber que no tenía que volver a salir a la calle y gastar en un taxi. Así que esperó que la gente terminara de bajar y volvió a subirse.
Notó que no había nadie más adentro y pensó qué tranquila que iba a viajar, eran tres o cuatro paradas y listo y esta vez iba a estar muy alerta!
El tren arrancó en el silencio de la noche y avanzó lentamente hasta comenzar a acelerar.
Qué bueno, iba bastante rápido, claro porque no se bajaba casi nadie. Le pareció, sin embargo que extrañamente estaba tomando demasiada velocidad.
Qué pasaba que este aparato iba tan rápido??!!! Por un momento pensó que lo hacía, porque no había tránsito a esa hora pero después se dio cuenta que era una idea estúpida ya que no estaba en un colectivo.
Notó con sorpresa que no paraba en la próxima estación y que seguía acelerando... Un tanto inquieta se removió en su asiento pensando que quizás a esa hora no paraba en todas. Más velocidad y otra parada que pasó como un suspiro por delante de sus sorprendidos ojos. Decididamente algo malo estaba pasando!
En ese instante, entre lucidez y terror, empezó a darse cuenta que no era tan normal como le había parecido al principio, que no hubiera absolutamente nadie más que ella viajando.
Se paró desesperada, miró hacia los demás vagones y vio que al igual que el suyo, estaban todos vacíos!
Empezó a tocar el botón que detiene el tren, pero no pasó nada. Gritó, fuerte y tontamente, dándose cuenta que apenas si se oía ella, imposible por tanto que lo hiciera nadie más.
Sólo miraba afuera esperando que los carteles dejaran de pasar locamente a través de su ventanilla, con la esperanza (cada vez más lejana) de que el subte parara en algún lugar.
Sin embargo, de repente notó que, como oyendo sus súplicas, empezó a disminuir la velocidad y que se deslizaba ahora muy lentamente hacia no sabía dónde porque no veía ningún cartel ni ninguna estación, hasta que finalmente se detuvo por completo.
Toodas las luces se apagaron de golpe y solamente divisó la luz de una tenue lamparita que destellaba afuera, en algún lugar lejano de las vías. Se acercó a la ventanilla y vio  horrorizada, que estaba en medio de la nada.
El silencio era verdaderamente aterrador y podía oír (tal como dicen en las películas) los descontrolados latidos de su corazón.
Entonces se dio cuenta que el conductor o quien fuera el endemoniado que guiaba ese subte, había estacionado definitivamente la máquina, dando por finalizado su recorrido.
Dónde estaba Susana y lo peor de todo con quién????

Trató de no entrar en pánico, si se desmayaba en ese momento quedaría encerrada ahí todo el fin de semana y si tenía suerte la encontrarían recién a la mañana siguiente, a ella o a su cadáver... (quizás no era para tanto, pero pónganse ustedes en su lugar, la verdad que la situación era aterradora).
Empezó a gritar como loca y tanto hizo que empezó a sentir pasos que se acercaban y una respiración muy agitada. Primero se alegró pero después pensó que no sabía con quién se iba a encontrar, qué clase de persona era el maquinista? Posiblemente la asaltaría, abusaría de ella y después de golpearla fuertemente con el martillito que abre la puerta de emergencia, la tiraría entre las vías.
Nunca encontrarían sus pedazos deshechos por las ruedas de los trenes, que empezarían a andar en la semana.
El crimen perfecto sin lugar a dudas.
Pero no lo iba a permitir, iba a luchar por su vida ferozmente, así que cuando finalmente llegó su posible asesino, se le tiró encima gritándole y pidiéndole explicaciones de lo que había hecho al llevarla a ese lugar oscuro en medio de la estación. Al mismo tiempo fingió estar hablando por celular, para que el homicida pensara que ya había pedido auxilio, (aunque obviamente no tenía señal).
Si ella estaba asustada, imaginen al pobre hombre que luego de trabajar está por irse a su casa y de repente escucha una voz saliendo de la nada, en un tren supuestamente  vacío, y se encuentra con una loca que le grita y lo amenaza en medio de la noche!
Cuando logró entender lo que había pasado, (la mujer le recriminaba no haber revisado los vagones antes de arrancar) le ofreció acompañarla hasta la salida, no sin antes aclararle que debía caminar entre las vías, contra la pared, en la casi total oscuridad y con cuidado de no pisar lugares mojados porque corrían el riesgo de electrocutarse.
Susana aceptó de mala gana, pensando en las ratas que debían estar por todos lados, pero obviamente no había otra salida y como no quería ponerse delante de él y correr el riesgo que la atacara por la espalda, decidió seguirlo.
Al cabo de unos minutos que fueron horas para ella, pudo divisar la luz de la escalera de salida y disimulando su inmenso alivio y alegría, siguió protestando contra el conductor (por las dudas) hasta que estuvo a salvo,  afuera en la calle.
Ni bien salió, corrió desesperadamente y paró el primer taxi que vio pasar...Si le hubieran querido cobrar mil pesos por llevarla a su casa, lo hubiera pagado.
Después de todo, pensó,  no había sido tan buena idea tomar el subte.